Llega febrero y en La Rioja desaparecen las barreras, las clases sociales, las edades y los géneros: nadie puede estar ajeno a la máxima celebración que vive este pueblo una vez al año: la “La Chaya”, el carnaval ancestral que logra reunir a multitudes que acuden en busca de música, harina y albahaca.
Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como ella, al no ser debidamente correspondida, se internó en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en él para siempre. Desde entonces, suele retornar anualmente, hacia mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia.
En tanto Pujllay, sabiéndose culpable de la desaparición de la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por todo el monte infructuosamente. Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió también al lugar para continuar la búsqueda. Pero fue inútil. Allí, la gente que festejaba la anhelada cosecha, y lo recibía con muecas de alegría; él, por su parte, entre la algarabía de los circunstantes, prosiguió la búsqueda y la indagación con profunda desesperación y resultados siempre negativos. Por ello, derrotado, terminó ahogando en chicha su soledad y su pasada fama de Don Juan. Hasta que estuvo muy ebrio, cayó en un fogón y murió quemado.
Desde ese entonces, «Chaya» viene en febrero año a año a apagar el fuego de «Pujllay»; y cada año aparece el Pujllay y muere al terminar el festejo, y se lo entierra hasta el año que viene.
El Radio Club La Rioja (LU1SF), invita a estaciones argentinas y extranjeras a participar de la Chaya 2021, y en su conmemoración emitirá un certificado digital a cinco contactos.
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